1) Ha quedado ya muy atrás la época de una Iglesia de cristiandad.
2) Vivimos momentos de fuerte descristianización y secularización.
3) La desproporción entre el número de bautizados y el número de convertidos es enorme
4) Cada vez aumenta más el número de los no bautizados de niños, que bien al llegar a uso de razón, o en la juventud o la adultez, piden el bautismo.
5) La conciencia de que no se viene a ser cristiano sólo por el rito del bautismo, sino también por convicción y personal conversión, es cada vez más clara.
6) Ya no se comprende el bautismo como rito aislado, sino como punto de partida de un proceso para venir a ser cristiano, que reclama la renovación del mismo catecumenado.